La Ronde Cycling Magazine. Mucho más que un podcast.
Y aunque eso es todo lo que queríamos ser, un podcast. Ni eso, quería ser una conversación informal entre dos amigos.
Empezó por casualidad, una pequeña sección quincenal en un programa de radio, "y podríamos grabarla cada semana, para Spotify", Iván respondió que sí, como quien escucha llover. Iván hace mucho eso con mis ideas; en este caso no lo culpo: Era una hipótesis lejana.
El asunto fue cobrando vida y nos sorprendió a nosotros mismos.
Somos amigos, cierto y hace ya un buen puñado de años.
Hemos compartido salidas de grupeta, palos, conversaciones en grupos de WhatsApp, alguna discusión, incluso un par de bicis, pero ¿garantiza todo eso que podamos hacer un podcast? No.
Y ahí vino la primera sorpresa ¿grabamos mañana? Iván organizó hora, escaleta, orientó los temas por mail. Iván, queridos amigos, es un tipo metódico.
"No va a funcionar", pensé. Yo me crie en la radio (literalmente) cuando la radio era radio. Cuando el directo era un salto al vacío donde la improvisación servía de paracaídas. Cuando podías crear cualquier cosa, porque eran tantas las horas de emisión para rellenar que inventar estaba permitido. Y porque soy un vago, un vago de cojones.
Confieso que suelo justificarme diciendo que soy un artista, un mago de la improvisación, la frescura, la chispa, la sorpresa... y tal. Nah, es porque me da pereza. Mucha. Tanta, que suelo grabar el podcast en pijama #notengoquemasdisir.
No diré "y se encendió la luz roja", porque no hay luz roja cuando grabamos el podcast, quizá deba decir (a modo poético) "y nos lanzamos a los brazos del destino..." Bah, tampoco funciona y recuerda al Titanic.
*Nota mental: Si esto se llega a parecer a "aquello", subirme primero a la tabla.
Como iba diciendo fue más un "dale, pon eso a grabar que vamos con prisa y que sea lo que los dioses de la radio quieran..." (recordemos que aquello aún era para la radio) y el resto es histeria.
Sí, histeria, que no historia. La primera sorpresa fue ver que el equilibrio entre dos formas de ser y hacer tan diferentes, encajaba. Sin ensayos, sin tomas salsas. One take.
Resultó tan fluído y divertido que proclamé satisfecho "Siempre supe que esto podía funcionar" y después me fui a hacer un pis triunfal.
La segunda sorpresa
Iván compartió el audio en un grupo de WhatsApp, el audio fue pasando de un grupo a otro (y nosotros sin saberlo) y empezaron a llegar mensajes a mi teléfono comentando la jugada.
"Aquí está pasando algo" me dije, con esa perspicacia que solo tenemos los vagos, "Iván, haz de esto un podcast, que nos lo quitan de las manos...". Y ya está.
Una vez escuché a Terence Trent D'arby que, para él, hacer buenas canciones era tan simple como ir al baño a defecar. Tras tal afirmación, caprichos del destino, no volvió a tener una creación digna de ser considerada éxito. No caeré en la trampa.
Podcast, historias de Instagram, ahora magazine. Una cosa lleva a la otra.
Y ni queríamos ser un podcast. Ni eso, quería ser una conversación informal entre dos amigos. Y ese es el camino.
Una conversación en la que ya somos muchos más, cierto.
Una conversación que, si deja de ser divertida, dejará también de tener sentido.
¡Ah! el ciclismo. Sobre eso le preguntáis a Iván, que es el organizado.
Yo, aquí, he venido a hablar de mí.
Y a hacer kilómetros con buena gente de malvivir.