"Todo me parece bonito..."
Al acabar la segunda etapa y en el coche, de camino a nuestro refugio en el paraíso em Montanuy, Octavi Grau iba contando un incidente en el cual, tratando de elogiar a alguien, éste se habría molestado.
“Pues no lo entiendo, si mi intención era resaltar lo bueno ¡Y se ha molestado conmigo!”
Octavi, la gente va cansada, no te habrá entendido bien.
“Pero se ha molestado! Y yo quería señalar algo positivo”
Y automáticamente Octavi se duerme, dejando caer la cabeza hacia adelante y zanjando la conversación.
Segundos después, inesperadamente, vuelve a despertarse y repite “Que se ha molestado” y de nuevo se desmaya.
Y así, unas cuantas veces más, interrumpiendo mis pensamientos que regresaban a los senderos, descensos y paisajes espectaculares de Hardbike “que se ha molestado, no lo entiendo...” Octavi, que me dejes ¡Duérmete ya!
Dos días antes, de camino a los Pirineos pensaba en que era mal momento para este viaje. Mucho trabajo, demasiado, cansancio acumulado, el cuerpo mal recuperado de otras aventuras y la cabeza pensando en todo lo que se viene.
HardBike, vamos a ver como se da. Me planté allí confiando en Adrià Puig y su equipo, también en el aval de amistad que supone la presencia de Carles Pinyol. En el peor de los casos serán unos días entre amigos, pensé. Al lío.
Estaba en la lista mucha gente a la que quería encontrarme, Iker, Ferrán, Picañol, Marius... gente que aprecio y respeto. Amistades de otras montañas y experiencias locas.
HardBike no podía estar mal con tanta buena energía decidida a que saliese bien.
Gente que ya conocía, gente por conocer. Como Octavi, una presentación rápida y me pareció claro que tenía lo necesario para ser una buena compañía en estos días de cortar leña. No parecía muy sensato. Perfecto.
Hablamos, cambiamos ideas, nos organizamos para la primera etapa “¿Entonces salimos a las 07:00 para la meta?”, sí, parece razonable. Y más o menos lo hicimos.
Y ese “más o menos” nos hizo llegar tarde. HB comenzaba a lo grande.
Sprint, prisa, confusión... perseguir a un grupo que se había ido. Remontar un poco y empezar a saltar senderos y subir repechos. Octavi se va a ritmo de rally y le tomo la matrícula. Demasiado ritmo de salida para este viejo dinosaurio.
Y ahí empezó mi HB de verdad. Llegué hasta Marc, otro viejo rockero y automáticamente se estableció una sociedad, “Vamos juntos hasta coronar” y me pareció bien.
Buen conocedor de aquellas montañas fue haciendo un briefing del terreno “15 km de subida, después senderos, cuidado en la zona de hierba entre rocas, apunta mucho para abajo” pues nada, paso a paso.
En gran compañía llegamos a la cumbre, por encima de los 2 mil metros y allí empezó otra fase del asunto.
En la ermita del Santet donde estaba el avituallamiento de altura... saltó la sorpresa.
“¡Hostia Fernando!” ¿Pero quién cojones me conoce a mí aquí arriba? Y allí estaban.
Los autodenominados “Escuela de descenso Joan Pons” comiendo y bebiendo como si fuera una boda.
Iron Bikers curtidos, con el carnet de BTT con 5 estrellas, haciendo de un avituallamiento una fiesta vikinga. Y lo peor, es que creo que el maestro Pons aprobaría esta conducta sospechosa.
Acabamos la fiesta... aliviamos lo urgente y para abajo. Así, a lo loco.
Senderos, más senderos, más senderos... curvas, saltos, piedras, más senderos un trasteo al bike park y vuelta a subir y bajar en curvas reviradas y se me van ¡se me van! ¡Cabrones! ¡Vosotros y vuestras tijas telescópicas! Juro que lo grité.
Etapas con acumulados que iban por encima de los 2000D+ en muy pocos KM (para bajar mucho, hay que subir más) y descenso interminables por caminos para todos los gustos rodeados de un
paisaje espectacular.
Calzadas, rockgarden, ríos... pistas azules, rojas... trialeras. Senderos en las alturas, descensos con flow, sin flow ¡y sin frenos!
¡Hijos del rock and roll! ¡Bienvenidos!
Lo viejo que está uno, que usa esas referencias. Joder.
Cervezas en meta, muchas risas, charlas a la sombra.
Octavi que se viene a más en cada etapa revisa el Strava, está feliz, como todos. Como niños en un parque de atracciones.
Y así, de fiesta, van pasando Km y días.
Un abrazo con Iker, la última vez que nos vimos yo estaba sentado en un sendero en los Alpes y no muy bien. Parte de este oficio. La parte positiva son estos lazos especiales de amistad con personas especiales.
Unas risas con Marius, qué tipo... El Señor del Fenestrelle, ahí queda eso. Y sin darse importancia. Da gusto encontrárselo siempre, con su carácter tranquilo y su loca Rocky Mountain.
Otros bajan un bordillo y creen que han dominado la ley de la gravedad. Marius no se da importancia, aunque creo que sabe que la tiene.
- “Que se ha molestado conmigo." Octavi, estoy escribiendo la crónica, vuelve a dormirte.
Fueron muchas cosas, tantas como variables en los senderos.
El domingo, noche de San Juan, Pinyi nos introduce en una tradición de Montanuy hogar del querido Pau Donés, “Hoy bajaréis fallas del monte, pero es una cuesta pequeña, podréis descansar”.
Las fallas, unas largas antorchas a las que se prende fuego en lo alto de la montaña, para después bajar por senderos en medio de la noche y hasta la plaza del pueblo no tan cercano.
Y todo mientras, a lo lejos, en medio de la oscuridad, ves como otras serpientes de fuego surcan los montes en dirección a sus nidos.
Octavi, esto es muy loco ¡Somos un dragón de fuego! Y Octavi ponía ojos de estar alucinando mientras seguíamos bajando seguidos por decenas de antorchas ¡Hijos de Odin! De verdad, no estoy exagerando.
Tampoco exagero cuando digo que, a unos metros del pueblo alguien grita “¡Y ahora hay que correr hasta la plaza!” y una señora se arranca como poseída por los demonios... y más lejos un tipo berrea mientras zarandea su antorcha como si fuera a conjurar a los monstruos de la noche.
Octavi ¡que no nos gane nadie! Y nos lanzamos calle arriba abriendo los codos. Empujando, pisando “Jo soc el demóni!” ¡No sé de dónde salió eso!
Corrí por toda aquella callejuela como si persiguiera a Usain Bolt y Pinyi, fuera de sí, pasó a Octavi poniendo una mano sobre su cabeza "¡Carga esto en tu Strava, cabrón!"
Entré en la plaza rodeado de los aplausos de los que no habían podido subir a la montaña "¡Rebollo! ¡Rebollo! ¡Pareces el de Barcelona 92!" Pinyi estaba desatado. Yo más. Llegué antes.
Las antorchas fueron a la hoguera y en aquel akelarre alguien me dio una cerveza ¡padentro! Y dos metros después un ponche ¡palante! ¡Que alguien me detenga! ¡Esto es Las Vegas!
Octavi se acerca y dice “Nos estamos viniendo arriba y mañana queda otra etapa en Hardbike”. La que hemos liado Tía María.
Porque eso fue para mi HB, las etapas, sus senderos, su vikingo espíritu endurero. Los amigos, las cervezas, las risas. La EXPERIENCIA.
Habrá que regresar. Mil veces. Ya me he comprado una tija telescópica. Escuela de descenso Joan Pons... ¡estáis perdidos! ¡Voy a por vosotros!
Y a aquella señora que llegó primera a la plaza, a aquella señora...
Nadie la creerá. Si no está en Strava, no existe.
P.S. “Que se ha molestado, no lo entiendo” Zzzzzzzz.
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